El mensaje de Lester sobre la caída de Steve Haines golpeó a Michael como un puñetazo en el estómago. Sabía que un día u otro, la corrupción de Haines lo alcanzaría, pero la inmediatez de la noticia lo tomó por sorpresa. Esta no era una complicación; era una amenaza existencial para la frágil fachada que había construido.
Michael se levantó de la mesa de la cena, ignorando las miradas confusas de su familia. "Tengo que irme. Una emergencia de negocios." La excusa sonó hueca incluso para él, pero en ese momento, su mente ya estaba en modo de crisis.
Se dirigió directamente a la casa de Lester, saltándose las llamadas. Necesitaba ver el alcance del desastre con sus propios ojos. Lester lo recibió en su puerta, su rostro más pálido de lo habitual, con los ojos brillando detrás de sus gafas.
"Es peor de lo que pensaba, Michael", dijo Lester, abriendo el camino hacia su santuario de monitores parpadeantes. "Haines ha sido expuesto en una investigación federal masiva. No solo por la corrupción menor que siempre ha manejado, sino por conexiones directas con el tráfico de armas internacional y extorsión a gran escala."
Michael miró las noticias en las pantallas de Lester. Los titulares eran condenatorios. Imágenes de Haines, esposado. Había caído. Y la onda expansiva se sentiría.
"Esto significa que el FIB va a estar buscando cabezas, Lester", dijo Michael, su voz calmada a pesar de la tensión. "Van a revisar cada caso en el que Haines estuvo involucrado, cada acuerdo, cada informante. Y yo soy uno de ellos. Trevor también. Nuestra operación 'limpia' acaba de volverse muy, muy sucia a los ojos del gobierno."
"Precisamente", asintió Lester. "Pero hay algo más. Las fuentes internas de Haines han sido comprometidas. Hay rumores de que los federales van a empezar a buscar a todos sus 'activos' externos. Incluyéndote."
Michael procesó la información rápidamente. Esto no era el guion original; la caída de Haines había ocurrido de una manera diferente, con implicaciones más directas para él. Su vida doble estaba a punto de colapsar.
"Necesito que Franklin y Trevor estén listos", dijo Michael. "Lester, tu prioridad ahora es borrar cualquier rastro que nos conecte a Haines. Cada mensaje, cada transacción, cada referencia. Y necesito que monitorees a sus socios más cercanos en el FIB. Quién está a cargo de la investigación, quién podría venir a por mí."
Lester asintió, sus dedos ya volando por el teclado. "Será difícil, Michael. Haines era descuidado, pero sus conexiones eran extensas."
"Franklin", Michael llamó a su joven pupilo, que ya había llegado, su rostro serio. "Los federales van a empezar a preguntar. Necesito que seas discreto. Ni una palabra de nuestras operaciones, de Trevor, de nada. Y prepárate para moverte si es necesario. Asegúrate de que Lamar también esté en silencio."
Luego, se dirigió a la parte más volátil de su equipo. Michael regresó a la mansión y encontró a Trevor viendo la televisión, ajeno al cataclismo que se avecinaba.
"Trevor", dijo Michael, con voz grave. "Haines ha caído. Está arrestado. Y el FIB va a venir a por todos los que tuvieron algún trato con él. Eso nos incluye."
Trevor se levantó de golpe, sus ojos abriéndose de par en par. "¡¿Qué?! ¡Ese bastardo! ¡Lo sabía! Siempre con sus tratos de mierda. Así que, ¿nos vamos a la guerra?"
"No a la guerra, Trevor. A la invisibilidad", corrigió Michael. "Tu prioridad ahora es hacer que Trevor Philips Industries desaparezca del radar por un tiempo. Sin nuevos envíos, sin actividades llamativas. Vamos a lavar lo que ya tenemos, y luego, a hibernar. Tu 'empresa de transporte' tiene que parecer una legítima, pequeña empresa de logística que ha tenido un par de meses malos. Ni una sola gota de metanfetamina o de armas en el radar. Nada que los federales puedan rastrear hasta nosotros."
Trevor se quejó. "¡Pero eso es aburrido! ¡Estoy haciendo dinero!"
"El dinero no vale de nada si estás en una celda de mierda, Trevor", espetó Michael, elevando la voz por primera vez. "Esto es por nuestra seguridad. Por tu seguridad. Y por la seguridad de mi familia."
La mención de la familia de Michael, la que Trevor había aprendido a tolerar, pareció calmarlo un poco. "Bien. Pero si esto se prolonga demasiado, Michael, me volveré loco."
"Lo sé, viejo amigo", dijo Michael, con un suspiro.
Mientras tanto, Michael se dedicó a proteger a su propia familia. Canceló todos los eventos sociales, redujo sus apariciones públicas con ByteWare Solutions, y le insistió a Amanda y a los niños que se mantuvieran discretos, inventando una excusa de "reestructuración corporativa" y "amenazas de espionaje industrial". Era una mentira endeble, pero funcionó lo suficiente.
Michael se sentó en su oficina, sintiendo el peso de la situación. La caída de Haines significaba que el FIB, su supuesta protección, ahora era una amenaza directa. Tenía que ser más inteligente, más invisible que nunca. Tenía que desaparecer de su radar por completo, o al menos, convencerlos de que no era más que un ciudadano reformado con un negocio legítimo.
El juego había cambiado. El equilibrio precario que había construido estaba en riesgo. Pero Michael no era un hombre que se rindiera. Había resucitado una vez. Podría hacerlo de nuevo.