—No puede ser… ¿Por qué?... —murmuró Max, aún sorprendido, observando a su hermano golpear el árbol sin descanso.
Oliver se disponía a dar un último golpe, pero una mano firme le sujetó la muñeca. El joven se giró, encontrándose con la mirada serena de Baldur.
—¿Señor Baldur?...
—Ya es suficiente, Oliver —dijo el anciano con calma—. Has entrenado con dedicación, pero hacer sangrar tus puños no te hará más fuerte… Ve a la casa. Iré en un momento a desinfectarte y vendarte.
—Pero yo…
—Vamos, Oliver —intervino Gouten, algo preocupado, y colocó una mano sobre su hombro para guiarlo—. Un momento… ¿Quién ganó la pelea?
—De hecho… —Baldur meditó unos segundos, con la mirada perdida—. Yo lo consideraría un empa…
—Me ganó el señor Baldur… —interrumpió Max, con voz temblorosa, mientras se llevaba una mano al pecho.
—¿¡En serio!? —exclamó Gouten, incrédulo.
—No lo habíamos notado, pero el señor Baldur es mucho más fuerte que nosotros tres juntos…―confiesa Max, con la mirada fija en el suelo―. Vayan a la casa… Baldur enseguida irá a atender a Oliver…
Gouten y Oliver dan unos pasos atrás, mirando a Max con intriga y confusión, la actitud de Max había dado un vuelco de 180°, parecía otra persona ante sus ojos.
―dejen de mirarme así y vayan a la casa, Ahora... ―les ordena.
―ya volvió…―asume Gouten, guiando a su primo rumbo a la casa―el Max de siempre ya volvió…
Baldur contemplo como ambos muchachos se alejaban, solo para voltear. Ver a Max, verlo tembloroso, con una respiración rápida y profunda. Una mirada tranquila, pero con el temple alterado.
―desde hace 6 años… que no vuelvo a sentir… esta preocupación…― menciona Max―. Nunca imagine… ver a mi hermano exigiéndose de esa forma…
―Oliver es un joven amable… creció con la mentalidad de sentirse útil, Max. Deberías saberlo más que nadie…―le comenta Baldur― Oliver me ayuda todo el tiempo en las tareas del hogar o se ofrece para otras cosas… incluso casi sale desabrigado de la casa para ayudarte a entrar la leña a la casa o se esmeró para responderte cuanto es 4x3… son gestos menores, pero hablan mucho de tu hermano, Max…
—Ese es el entorno al que usted se refiere… ¿Verdad? Oliver creció como un humano… no como un Senkayn. No tiene ese orgullo de guerrero, ni una voluntad forjada en acero…
—No… —asintió Baldur, con tono sereno—. Creció como cualquier niño de esta Tierra. El entorno define a las personas. Les da raíces, motivos... Un niño absorbe lo que ve, y con eso moldea su mentalidad.
—Oliver y Gouten nunca me vieron entrenar… solo me vieron trabajar, ayudarlo a usted… —murmuró Max, bajando la mirada.
—Exacto. De ahí viene la mentalidad de ayuda de Oliver… y la pereza de Gouten —respondió Baldur, con una sonrisa sutil—. Son buenos muchachos, pero tu entrenamiento fue como un puñetazo directo a las costillas… especialmente para Oliver. Lo hiciste sentirse inútil, cuando tú sabes que no lo es.
—Renuncio… —dijo Max, llevándose las manos a los bolsillos.
Baldur entreabrió los ojos, sorprendido.
—Me disculpo profundamente, señor —añadió Max con voz firme—. Renuncio a ser el maestro de Oliver y Gouten. No sirvo para esto… Me falta mucho por aprender.
—¿De qué estás hablando, Max?
—Soy un egoísta. Un inmaduro. Mi ignorancia no solo me cegó, también puso en riesgo a mi familia… y a usted. Para ser un buen maestro, necesito adaptarme a mi entorno. Necesito aprender a vivir como humano… Necesito crecer.
Baldur lo observó con una mezcla de orgullo y melancolía. Luego, le puso una mano en el hombro.
—Tranquilo… Uno nunca deja de aprender. La vida misma es una lección. Ahora que tienes la voluntad de entender… te enseñaré lo que significa ser humano.
Max sonrió apenas, cargando en su mirada una nueva determinación.
"Gracias, señor…"
—El primer paso para ser humano… es disculparte con tu hermano —comentó Baldur, mientras caminaba hacia la casa—. Lo último que queremos es que Oliver crezca con rencor hacia ti… o con una inseguridad que lo consuma.
—Ya planeaba hacerlo, incluso sin que me lo pidieras —dijo Max, siguiéndolo—. Pero... pedir perdón no es precisamente mi especialidad. Me va a costar.
—Esa es una de las cosas que tendrás que trabajar —respondió Baldur, con tono firme pero comprensivo—. Pero puedes lograrlo.
Max guardó silencio. Caminaba con la vista clavada en el suelo, sumido en una reflexión profunda. De pronto, se detuvo en seco, con los ojos muy abiertos.
Baldur notó su pausa y se giró para mirarlo, curioso.
—Una última cosa… —dijo Max, levantando la voz—. Usted me comentó una vez que cerró el Dojo Agua por motivos personales. Pero ahora que comprendo mejor sus habilidades…
Max dio un paso hacia adelante, con seriedad en la voz:
—Señor Baldur, le pido que reabra el dojo. Tome a Oliver, a Gouten… y si es posible, también a mí… como discípulos.
Baldur abrió los ojos, sorprendido. Por un instante, los recuerdos de Tao Pai lo golpearon con fuerza.
—Yo he demostrado que no soy un buen ejemplo por seguir. Pero usted… desde que lo conocemos, ha sido un verdadero modelo. No solo como guerrero, sino como persona —concluyó Max, inclinando la cabeza con respeto.
…
—No puedes romper con un legado sagrado solo por un conflicto familiar…
… Piensa en esos muchachos. Si nadie detiene a este genocida, llegará a los cuatro colegios. Y el más vulnerable ahora mismo es el Colegio Agua…
… Yo también pensé que no era el momento para enseñarles a mis muchachos. Y míralos ahora… Por favor, no cometas el mismo error.
Palabras que golpeaban directo al corazón de Baldur. Sin embargo, su rostro se mantenía imperturbable, como una máscara inquebrantable. Solo el silencio lo rodeó por un instante.
—Está bien, Max… —respondió finalmente, con una voz baja, apenas audible.
Hizo una breve pausa. Su mirada parecía mirar al pasado, pero sus palabras lo anclaban al presente.
—Yo los entrenaré.
…
Gouten estaba tirado en el sofá, pasando los canales sin demasiado interés, buscando algo decente para matar el tiempo. El control remoto cambiaba sin parar… hasta que el televisor se detuvo en una transmisión urgente.
En la cocina, Oliver se lavaba las manos con agua tibia, cuidando de no irritar sus nudillos lastimados.
—Oliver… ¿Viste las noticias? Están hablando de ataques a varios dojos de la ciudad —comentó Gouten, sin despegar la vista de la pantalla.
—¿Eh?... ¿Ataques?
—Sí, al parecer un extranjero, llegó y empezó a matar a los miembros de varios dojos… dicen que los derrota a puño limpio.
—Vaya… entonces debe ser muy fuerte…
—Nah, yo le ganaría —dijo Gouten con una sonrisa confiada—. ¿Te acuerdas lo que nos dijo Max? Que yo sería más fuerte que cualquier hombre promedio.
—Eso quiere decir que yo no podría ganarle… —murmuró Oliver, bajando la mirada al agua que corría sobre el lavabo.
—No digas pavadas… No deberías tomar tan en serio lo que te dicen—respondió Gouten, con tono despreocupado—. Si te tomas todo a pecho, un día vas a chocar con una pared.
—Qué profundo… —comentó Oliver, visiblemente sorprendido.
—Lo escuché en una peli gringa. Al protagonista lo bulleaban por ser gordo y…
—Basta —le interrumpió Oliver, desviando la mirada con fastidio.
—"Gorgo Garilla", así lo escucharon llamarse. Aunque prefiere "Gran Gorgo" … Ja, ja, ja. Ese nombre apesta. Podrían decirle "Gran Gordo" y nadie se daría cuenta —soltó Gouten entre carcajadas.
—¿Te das cuenta de que acabas de romper el lema de tu frase anterior?
—Me da igual. Es un asesino… se merece todo el desprecio que podamos darle —sentenció Gouten.
Luego, clavó la vista en la pantalla.
—"Un anciano armado con un machete logró acorralarlo, pero aun así escapó" —leyó en voz alta—. Ja, yo lo derrotaría.